"EN MI MOLESTA OPINION"

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miércoles, 24 de agosto de 2011

SONIA

Nació este blog como herramienta muy particular, al cambiar la cabecera se ha convertido en un espacio de impresiones personales. Una de esas sensaciones más íntimas me hace expresar hoy el sentimiento que, al igual que a miles de vecinos, nos ha conmovido el verano pasado. Dejamos atrás un año entero de angustias.

Hace más de 20 años, yo cubría bajas como camillero en el Hospital Provincial, Sonia hacía prácticas de auxiliar de clínica. Ella tendría 16 o 17 años y os la podéis imaginar siempre risueña, con su bata blanca medio perdida por aquellos pasillos. Sin haber tenido apenas relación, el paso del tiempo hizo que nos viéramos con la frecuencia típica pontevedresa, sobre todo en carnavales y fiestas. Si algo tiene esta bendita ciudad es el buen pandilleo en fechas señaladas. Mi mayor relación con Sonia fue a través del mostrador de su tienda donde, más allá de sus obligaciones, trataba de asesorar a los maridos desorientados en la elección de un buen regalo, bonito, barato, gustoso y rápido. Yo, como otros muchos, descubrimos el recurso perfecto, nunca fallamos a partir de que nos dejamos aconsejar por ella. Llevo varios años colaborando con la plaza de toros y allí cerca, bajo su vivienda, era muy frecuente verla sobre todo en los columpios o en el aperitivo en El Albero. Un último recuerdo me queda de Sonia ya que tres días antes de desaparecer nos saludamos en la procesión de Santa María. Alejandro acababa de hacer la Comunión y desfilaban en un gran día de fiesta.

 El verano del año 2010 nos deja un ¿Quién? y un ¿Por qué? Un año sin respuestas, un año deseando que todo fuera una pesadilla, un año imaginando a Sonia saliendo del zapatero de debajo de mi casa con sus zapatos recién reparados. Un día cuando te crees que no hay nada que hacer, que todo está perdido, entra un señor en tu comercio y te pide permiso para pegar un cartel. Es el padre de Sonia, pega su foto y se va con una fuerza imparable. Allí te quedas con el nudo en la garganta, con las ganas de darle un abrazo y decirle lo estupenda que su hija ha sido para los que la conocimos.

Son muchos los sentimientos que afloran cuando recordamos a Sonia, muchas las preguntas que nos repetimos, pero es el ejemplo de la familia el que nos marca el camino. Ellos nos están dando la mayor y más difícil de las lecciones, se llama esperanza.

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