Se va el mes de octubre y estaría bien recordar uno de esos hechos singulares de nuestra historia. Conocida es la vida de Sebastián Malvar y Pinto, el Arzobispo Pontevedrés nacido en Salcedo -1730- Ahora que se habla del Oro de América, recordamos a este Arzobispo, que en su traslado de Buenos Aires a Santiago aprovechó para traer gran cantidad de oro, presuntamente de estraperlo. El perdón del Rey le permite invertir ese oro en obras de gran importancia, como la carretera entra Arcade y Valga, pasando por esta capital.
El Arzobispo Malvar permaneció unido a Salcedo donde pasaba grandes temporadas en su Pazo de Gandarón, hoy Misión Biológica. Ese amor a la parroquia pontevedresa lo convierte en protagonista de la historia que nos ocupa. Fallece en septiembre de 1795, tras once años como Arzobispo de Santiago. Se le dio sepultura entre el Coro y el Altar Mayor de esa Catedral.
Nos cuenta Modesto Rodríguez Figueiredo, que semanas después de fallecer se cumple el deseo y voluntad del Arzobispo. Quiso que su corazón quedase para siempre en la parroquia nativa de Salcedo. El corazón, en una urna de plomo dentro de otra de bronce, se deposita, a modo de reliquia, en la pared del lado del Evangelio de la Capilla Mayor.
Se organizó una nutrida procesión. El libro parroquial cita la interminable lista de asistentes pero abreviamos ya que lo que queríamos era destacar la singularidad de la historia. También conocemos casos como el del joven Rey de Francia Luis XVII. Y el del famoso explorador británico David Livingstone, cuyo corazón fue enterrado en África.
Para los más interesados dejamos la inscripción:
Aquí yace el corazón del Exmo. Señor D. Fray Malvar y Pinto, nació y se bautizó en esta parroquia, tomó el hábito de Nuestro Padre San Francisco de la Menor Observancia, en Salamanca a 5 de marzo de 1747. Fue Doctor y Catedrático de Teología en aquella Universidad. Obispo de Buenos Aires, Arzobispo de Santiago, Caballero, Prelado, Gran Cruz de la Real y distinguida Orden Española de Carlos III. Hizo a sus expensas el camino desde el Puente Valga al de San Payo. Falleció con general sentimiento en su palacio de Santiago a 25 de septiembre de 1795. De edad de 64 años, diez meses y un día. Se trasladó el corazón a este panteón el 17 de octubre del mismo año.
Sería bueno profundizar en la “peculiar” vida de este pontevedrés.
Por eso las cúpulas de las torres de la Iglesia parroquial de Salcedo están rematadas por cruces de doble travesaño en honor al arzobispo Malvar.
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