"EN MI MOLESTA OPINION"

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domingo, 18 de marzo de 2012

Cuatro años sin John Balan. Vivencias con un hombre bueno.

Conocí a Balan, como se conoce a los grandes artistas. De pasarme la infancia escuchando hablar de sus andanzas. Luego en la tele, con ese mítico programa de vivir cada día, donde nos deja unas frases memorables. Aquel hombre campechano, sobrevolando Washington en helicóptero, dejó marcados a todos los espectadores de España que ya sabían que John era el famoso “Hombre Orquesta” del Programa de José María Iñigo.

Mi relación con John comienza en el año 93 cuando lo contrato para actuar en el Xacopeo. Nos fuimos a buscar una puerta, teníais que ver como las probaba, les daba un toque y decía: “esta no que está desafinada” Paseamos por toda Pontevedra con la puerta sobre la baca de mi Ford fiesta, yo pitaba a todos los conocidos que al ver a John, y la puerta, no se lo podían creer. De esas actuaciones nació una intima relación. Siempre tuvo éxito en el Xacopeo, le encantaba charlar con el público joven. Al acabar el Show, lo llevaba a su casa de Seijo y en el coche seguía contando aventuras. Había peleas entre mis amigos para acompañarnos en esos viajes. También actuó en el Toro, tenía gran habilidad para crear frases fantásticas. Del Xacopeo decía que estaba en la calle Escarmiento y del Toro que estaba en la Fuente de los Transtornos (Sabemos que era la calle Sarmiento y la Fuente de los Tornos)


El año que el celta jugó la final de la copa del rey en Madrid contra el Zaragoza, en el Xacopeo llenamos un autobus, invitamos a John. En Benavente teníamos concertada la comida todos los autobuses, al entrar John Balan en aquel comedor cientos de paisanos se pusieron de pie y unos gaiteiros empezaron a tocar el himno gallego, fue muy emocionante. También en el Vicente Calderón la presencia de John animaba a toda la grada. Durante el viaje cada 100kn cogía el micrófono y nos contaba una película, en aquel autobús no funcionó el video…

A veces John me venía a buscar y tomábamos algo en el Carabela o Saboy. En una ocasión operaron a mi padre y desde entonces siempre, siempre, me preguntó como estaba. En las últimas visitas de John a Pontevedra se pasaba por el Román y aún amenizo el café en alguna que otra comida.

El grupo los “Chichisos”, su inseparable Vladimir y otros amigos le organizaron un homenaje en el teatro principal. Julio Santos Pena, Torrado, Manolo Ruibal, Antón Sobral y otros estaban allí para hablar un poco de las bondades de John. A mí también me invitaron a decir unas palabras y conté esto que os estoy contando, con una gratitud y un cariño enorme. John me ayudó mucho y me enseñó más. Vivió la vida que soñó, un mundo de fantasía del que todos escapamos por falsas apariencias. John fue feliz y me enseñó a ser felicidad. No quería tener, quería ser.

Recuerdo la primera actuación en el Xacopeo. Preparé unos carteles con su foto y la frase “El último cow-boy”, me dijo mejor pon “El mayor comedor de fanecas del mundo”. En el homenaje del teatro principal Manolo Ruibal nos dio una lección a todos y a mí me caló hondo. Nos dijo: “John está en el asilo, John está solo, no podemos llenar un teatro un día y luego olvidarlo. Por favor tenemos que visitar a John Balan”. Las primeras visitas las hice con Vladimir pero después ya iba solo. Le preguntaba que necesitaba y respondía “con que vengas me llega”

Un día del Padre, hace cuatro años, me llamaron del diario para decirme que había fallecido, querían mi impresión, sólo pude decir eso, “que me ayudó mucho y me enseñó mucho”.

Cuando entré en aquel comedor de Benavente junto a John, yo iba presumiendo de que era su amigo, me di cuenta de mi tontería, John era amigo de todos. Todos le querían. Es difícil escribir de John sin hacer un recorrido por su vida pintoresca, sus mitiquísimas películas o sus frases magistrales. En internet tenemos videos y reportajes de sus hazañas. Hoy sólo quería recordar mis vivencias con un hombre bueno, una bondad imposible de entender si dentro de ti no hay un soñador. Recuerdo con emoción su saludo cuando nos encontrábamos, pasaba la mano despacito por mi cara y me decía “Petetiño”. El último cow-boy, disparaba caricias.

3 comentarios:

  1. Petete, hace mucho que no leo tu blog, intentaré que no vuelva a suceder.
    Sobre todo después de leer esta entrada.
    Un abrazo y gracias.

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  2. Yo conocí a John Balan en el camping Coroso en Santa Eugenia de Ribeira alla por el año 80, era el mejor con un microfono, a todos los campistas no alucinaba su facilidad para hacer instrumentos y cantar con su acento "americano" especialmente cuando nos hablaba a los chavales y nos retaba a imitarle.

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  3. Gracias Petete por este entrañable relato. Y tienes toda la razón. John Balan es alguién inolvidable para todos los que lo conocimos. Que buen ambiente debe de haber en donde esté..... Un abrazo

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